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Montserrat Periel

Barcelona, 1962

El Departamento de Elementos Urbanos del Ayuntamiento de Barcelona nació en 1988 para poner en marcha un intenso programa de renovación del mobiliario urbano, adecuándolo con una línea moderna a las nuevas necesidades y con la voluntad de plasmar una nueva identidad urbana barcelonesa. Nuevos criterios de selección dieron lugar a nuevos bordillos, bancos, luminarias o marquesinas, elementos de evidente simplicidad formal, extrapolables al conjunto de la ciudad, que se encontraba en pleno proceso de creación, al mismo tiempo, de la infraestructura olímpica. Màrius Quintana,...

El Departamento de Elementos Urbanos del Ayuntamiento de Barcelona nació en 1988 para poner en marcha un intenso programa de renovación del mobiliario urbano, adecuándolo con una línea moderna a las nuevas necesidades y con la voluntad de plasmar una nueva identidad urbana barcelonesa. Nuevos criterios de selección dieron lugar a nuevos bordillos, bancos, luminarias o marquesinas, elementos de evidente simplicidad formal, extrapolables al conjunto de la ciudad, que se encontraba en pleno proceso de creación, al mismo tiempo, de la infraestructura olímpica. Màrius Quintana, responsable inicial del departamento, y Montse Periel, realizaron esta labor de selección de mobiliario urbano, que el ayuntamiento utilizó como elemento para dar continuidad o prolongación a la identidad de la ciudad. Para darle forma, se convocaron varios concursos en los que se exigía información acerca del diseño, fabricante y la estimación de los costes de mantenimiento. Algunos de los elementos más característicos del paisaje barcelonés de esa época sigue hoy tan vigentes como entonces. Como ejemplos la columna anunciadora de Tonet Sunyer y Jordí Badía; el banco Nu y la farola Pep de Jordi Henrich y Olga Tarrasó; la cabina telefónica de Josep Mª Civit, la farola Lamparaalta de Beth Galí y Màrius Quintana, las jardineras Barcina de Jaume Bach y Gabriel Mora y las Plaza, de J. A. Martínez Lapeña y Elías Torres, el marco de alcorque de Carme Fiol, la pilona Via Júlia de Josep Mª Julià y Bernardo de Sola, el banco Levit de Jaume Artigues, las columnas Nikolson (Pedro Barragán, Josep Mª Julià y Bernardo de Sola) y Prim (Pedro Barragán), el kiosco de helados y el de la ONCE de Antoni Roselló, el oppi y marquesina de autobús Pal.li (Canosa, J. A. Martínez Lapeña y Elías Torres), el vado V-60 (un vado de corte mecánico que ha hecho accesibles las calles y ramblas de la ciudad) de Rafael Cáceres, o el vado V-120 y los accesos de vidrio a metros y párkings (Mòdul-V), de la propia Montse Periel y Màrius Quintana, así como la barandilla Línia, de Montse Periel. El departamento buscó, en resumen, que se repitieran los mismos elementos para cubrir idénticas necesidades, generalizar los servicios y sistematizar las soluciones urbanas. Según Periel, "La ciudad debe pensarse de forma integral. Su diseño urbano debe permitir modificar los hábitos del ciudadano. Debe huir, pues, del formalismo y lo superfluo y emocionar de la manera más profunda. Debe plantearse como objetivo la integración del objeto en el entorno urbano".Prueba de ello son los proyectos que ha realizado, algunos en colaboración con otros arquitectos de reconocido prestigio, en los que los elementos de mobiliario se integran para que la visión urbanística sea global. Algún ejemplo de ello son la plaza de la Catedral de Barcelona, realizado junto a Màrius Quintana (1991), la Plaza España (1997), la plaza Urquinaona o la avenida Meridiana, en colaboración con A. Montes (1999 y 1995 respectivamente), la plaza de la Olivereta (1995) o la Gran Via (1997).Así, Periel es también autora de la silla urbana Negra (1993, con Màrius Quintana), del alcorque-límite Zeta (1997), del banco Trapecio, junto a Antonio Montes (2002) o de la barandilla Línea (1993), éstos dos últimos editados por Santa & Cole.

 

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