Silla Barceloneta

Texto por AMOO studio

Mientras que, en castellano, para describir un asiento bajo y cómodo que invita al descanso —generalmente a la intemperie— se utiliza el término tumbona o hamaca, es más preciso, por descriptivo, el término catalán gandula. Un gandul es alguien que se abandona a la pereza, alguien que no quiere trabajar. En ese dejarse ir, nace la reinterpretación que hacen Federico Correa y Alfonso Milá de las sillas de pescadores y de la vecindad que, en los pueblos mediterráneos de antaño, sacaban a la calle al atardecer para aprovechar la brisa y charlar con quien se ofreciera.

Telas tensadas por cuerdas y un minucioso trabajo de la madera evocan el oficio de los mestres d’aixa, el de la construcción de barcos de forma artesanal utilizando como materia prima la madera. Una aproximación popular que se complementa con humor y cultura —ambos siempre presentes en la trayectoria de los dos arquitectos— mediante el guiño irónico que la silla hace al sillón Barcelona diseñado en 1929 por Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich para el Pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona; un asiento inspirado en aquellos de los senadores romanos y fabricado en cuero y acero inoxidable. Senadores y pescadores o pescadores sentados como senadores; en la silla Barceloneta —icono del diseño catalán de segunda mitad de siglo XX— Correa & Milá incorporan inteligencia, frescura y una comprensión del confort y la elegancia siempre aproximados desde una perspectiva local, bagaje aprendido en el estudio de José Antonio Coderch y Manuel Valls, al cual entran a trabajar en 1952 como estudiantes, dos años antes de la creación de la silla.

En 1954, José Antonio Coderch está a punto de terminar una de sus obras más relevantes, también una de las más icónicas de la arquitectura española de posguerra: la Casa de la Marina, un edificio de viviendas sociales por encargo del Instituto Social de la Marina en el popular barrio de pescadores de la Barceloneta. El lenguaje arquitectónico empleado por Coderch, muy influenciado por sus contemporáneos italianos, plantea un revisionismo de la modernidad ortodoxa europea adaptándola a las tradiciones constructivas e industrias locales, aún poco desarrolladas por entonces. Con ese mismo espíritu es como Correa & Milá —trabajando en el estudio de Coderch y Valls— abordan los interiores del piso piloto de la Casa de la Marina, para el cuál diseñan la emblemática silla Barceloneta. En palabras de Coderch, ‘necesitamos arquitectos (…) que trabajen con una cuerda atada al pie, para que no puedan ir demasiado lejos de la tierra en la que tienen raíces y de los hombres que mejor conocen, siempre apoyándose en una base firme de dedicación, de buena voluntad y de honradez’. Podemos decir que, como discípulos suyos, esta será la premisa de diseño de la silla Barceloneta.

En las magníficas fotos de época de Francesc Català-Roca del piso piloto de la Casa de la Marina, las sillas Barceloneta comparten escena con elementos de cerámica popular y moderna, imágenes de arte románico, luminarias industriales para pescadores y otros elementos al límite entre lo popular y lo moderno, además de otras sillas, las Llambí, diseñadas por Coderch años antes y expuestas en su pabellón de España para la IX Trienal de Milán de 1951. Los Talleres Llambí producirían todos los elementos de madera de la Casa de la Marina y Correa & Milá aprovecharían su oficio para definir el maravilloso trabajo de uniones y ensambles en las estructuras de madera de las sillas Barceloneta. Años más tarde, en el pabellón de España de la XI Trienal de Milan de 1957 serán precisamente éstas las que sean expuestas como reconocimiento a su diseño, un reconocimiento que no siempre fue —no al menos entre quienes tenían que ser sus destinatarios—. Cuando terminó la exposición del piso piloto se subastaron los muebles entre los futuros humildes inquilinos para quienes las habían diseñado: los pescadores; la subasta fue un fracaso y nadie quiso los muebles por culpa de su radical aportación moderna a la tradición del barrio barcelonés.

Federico Correa sentado en una Silla Barceloneta de la Casa Villavecchia. © Fons Fotogràfic Correa Milá, arquitectes - Arxiu Històric del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya.