Montse Campins. La cadencia del cian.

En La Cadencia del Cian, Montse Campins articula, a través de la repetición de la imagen, un ritmo por el que navegar y hallar en cada duplicación una nueva lectura diferente a la que se encontró a primera vista. Dudar si lo que se repite es lo mismo o se trata de una ilusión que va mutando al tiempo que recorremos la exposición nos sumerge en un espacio temporal cíclico que nos hipnotiza.

Montse Campins utiliza la cianotipia, una técnica de impresión antigua en la que domina el color azul de Prusia intenso, que le da el nombre de cian al proceso. Un azul que nos remite al mediterráneo, a la cotidianidad de la cúpula celeste. Una técnica en la que las futuras imágenes se exponen al sol, como ese gesto doméstico de sentir el calor de los rayos en la cara, que en este caso permite que la imagen florezca. Tan básico como el de salir a “beber el sol” y tomar sus nutrientes, así de artesanal es el proceso.

No es baladí que encontremos también en la exposición la serie Viajando con Olga, fotografías de parajes recónditos, naturalezas suspendidas, playas extensas, que funcionan como eje vertebrador conceptual y nos dan las pistas para leer las fotografías como si todas ellas fueran paisajes, con el dinamismo y misterio que las envuelven.

Igual que solo hay un “ojo de fotógrafo”, lo complejo es encontrar el de uno mismo. Montse Campins tiene el que descubre, manipula, imagina, espera, curiosea y crea, poniendo a prueba la imaginación y expandiéndola cada vez más de la mano de las prácticas antiguas del pasado y el futuro que aún no podemos verbalizar.

Claudia Segura